El día 4 de enero de 2021 fallecía en Sevilla Manuel Luis Gómez Romero. Con él nos abandona uno de los grandes líderes del asociacionismo español en Alemania y, a su vez, uno de los dirigentes más comprometidos y carismáticos que tuvieron  las asociaciones de padres de familia y su Confederación en este país.

Como reconocimiento a su aportación única e inconfundible al desarrollo de la organización – y con ocasión de su retorno a España – la Confederación  de Asociaciones Españolas de Padres de Familia le concedió el título de Consejero Honorífico en la XIX  Asamblea General  celebrada en 1994 en Günne. Era la primera vez que se concedía esta importante distinción, que desde entonces sólo han recibido tres personas más.

Manolo “el de Frankfurt”, como lo solían nombrar los compañeros y amigos, había dirigido desde 1983 a 1986 el Comité de Formación de Adultos de la Confederación; de 1986 a 1990, el Comité de Escuelas y desde 1990 a 1994, el Comité de Analísis de la Situación. Estos cargos, que Manolo siempre entendió como servicio a la emigración y a la sociedad, reflejan bien tres pasiones que marcaron su vida: la formación, la escuela y el compromiso con la realidad en la que le tocó vivir.

Una infancia dura

Manolo, nacido en 1940 en El Almendro (Huelva), experimentó desde muy niño  en carne propia las consecuencias del atraso económico, social y cultural de la sociedad en la que había nacido. Desde los 6 años tuvo que dedicarse a cuidar el ganado de su familia, ovejas y cabras fundamentalmente, y pasar con mucha frecuencia la noche a la intemperie, con el miedo constante a que las alimañas lo atacaran a él y a sus animales, como alguna vez sucedió.  En estas circunstancias apenas pudo visitar la escuela del pueblo; tan sólo acudir de vez en cuando a las clases que un vecino daba a varios niños  a la vez en su propia casa.

Las duras experiencias vividas desde su infancia nunca generaron en Manolo resignación ni amargura, sino que despertaron en él un invencible afán de superación y fraguaron su irrefrenable espiritu de lucha solidaria por la dignidad de las personas, por la libertad y la justicia.

Tras su regreso del servicio militar en El Sahara, colonia española en aquella época, Manolo  decidió dar un cambio a su vida, buscar nuevos horizontes y emigrar a Alemania. Como lo estaban haciendo en aquellos primeros años de la década de 1960 miles de emigrantes, obligados también a abandonar su tierra sin apenas haber podido asistir a la escuela.

La buena formación escolar de los niños, su pasión

Llegado a Alemania, Manolo participará enseguida activamente en diversas iniciativas socio-culturales y políticas de los trabajadores inmigrantes de distintas nacionalidades y se implicará muy pronto en el movimiento de autoorganización de los padres emigrantes españoles. Ya a principios de los 70 será uno de los fundadores y miembros más activos de la Asociación de Padres de Familia de Frankfurt-Rödelheim, Sossenheim y Bockenheim. Aquí conocerá a Eufemio Cascón, cofundador de la Confederación y a Eusebio Redondo, párroco de la Misión de Lengua Española, ya fallecido, con quienes colaborará estrechamente durante muchos años al servicio de los emigrantes. Eufemio recuerda con afecto y emoción aquellos años fundacionales: “Manolo era muy práctico, iba a hablar con la gente, visitaba a los maestros de las clases complementarias y juntos organizábamos clases de apoyo y ayuda a los niños para los deberes escolares”.  Manolo sabía del valor de una buena formación escolar. La vida se lo había enseñado desde muy pronto. Por éso, aunque soltero y sin hijos propios, dedicaba su tiempo libre a organizar a los padres emigrantes y a luchar para que los hijos de éstos crecieran bilingües y disfrutaran de una educación escolar de calidad. En los años siguientes Manolo se convirtió además en uno de los dirigentes más activos de la Federación de Asociaciones de Padres de Familia Españoles de Hessen y comenzó a participar desde muy pronto en las reuniones y asambleas de la Confederación, hasta que en la X Asamblea General celebrada en 1983 en Bielefeld pasó a formar parte de su Junta Directiva al ser elegido para dirigir el Comité de Formación de Adultos.

Hombre de acción

La participación de delegados de las asociaciones locales en las Asambleas de la Confederación era altísima en aquellos años. En más de una ocasión llegaron autobuses llenos de representantes de las Asociaciones, especialmente de Hessen. En las Asambleas se discutía con entusiasmo y pasión sobre la mejor estrategia y los mejores caminos y para conseguir el mayor éxito posible en la educación escolar  de los niños. Detrás de estos momentos estelares en la historia de la Confederación estaba el trabajo abnegado de directivos como Manolo, que visitaba en los meses previos una a una las asociaciones de Hessen y con su inconfundible capacidad comunicativa y la autenticidad de su persona convencía a los que lo escuchaban de la importancia de participar activamente en las Asambleas. Junto a su implicación en las tareas federales de la Confederación, Manolo mantuvo su presencia activa en las asociaciones locales y en la vida municipal de Frankfurt,  donde llegó a adquirir un gran reconocimiento por parte de los estamentos politicos y administrativos de esta ciudad del Meno.

“Fue un incansable y eficaz servidor de los intereses de los emigrantes españoles en Alemania” escribe Monseñor José Antonio Arzoz, Presidente de Honor de la Confederación y Delegado emérito de las Misiones Católicas de Lengua Española en Alemania, recordando a Manolo con admiración y cariño. Y José Feito, quien colaboró con Manuel en diversas actividades y proyectos de la Confederación y de la Academia Española de Formación (AEF), especialmente en el proyecto IMPULSO, lo califica como “incansable luchador por las libertades democráticas en España. Emigrante y organizador de los trabajadores, por la dignidad y la justicia”.

Manolo fue un hombre de la acción eficaz. Su temprana militancia en el Partido Comunista de España, aquel partido que promovía la reconciliación nacional abierto a generar consensos de futuro para España, le había dotado de herramientas de reflexión y análisis de la realidad, importantes para entender su éxito y eficacia como organizador y líder. En aquel partido encontró Manolo algo de lo que la escuela le había denegado. El resto de su formación lo fue adquiriendo a través de su pasión por la lectura y, especialmente, con la experiencia y los conocimientos que le fue aportando su implicación activa en el trabajo organizativo de los trabajadores migrantes. Con ética y coherencia ejemplares, Manolo supo compaginar su militancia en el partido y su intensa actividad en las asociaciones de padres y en la Confederación de forma transparente y leal para todos. Su espíritu generoso y abierto le dotó de una capacidad especial para colaborar con personas de diversos orígenes y de convicciones ideológicas, religiosas o políticas diferentes de las suyas. Su honestidad y valentía le permitió también elevar su voz crítica frente a derivas o corrientes sectarias dentro de su propio partido que él no compartía.

Siempre comprometido

Después de retornar a España, Manuel siguió interesándose –como no podía ser de otra manera – por las causas de los más débiles, mostrando siempre un especial interés por promover la educación escolar de los pequeños, la protección de las personas mayores y la acogida e integración de los inmigrantes. Y aunque no pudo ver cumplido su sueño de crear en El Almendro una residencia para emigrantes retornados, cedió generosamente una casa de su propiedad en el centro del pueblo como lugar de reunión para las personas mayores.

Mantuvo también tras su retorno una intensa relación con la Confederación, asistiendo a varias Asambleas Generales, apoyando diversas actividades del proyecto IMPULSO para jóvenes y participando activamente en las reuniones institucionales que la Confederación Europea de Asociaciones Españolas de Padres de Familia mantenía periódicamente en Madrid con administraciones y partidos políticos para hacer presentes los intereses de los emigrantes españoles en Europa. El criterio y los consejos de Manuel eran siempre muy tenidos en cuenta en la preparación y en la evaluación de estas reuniones. Sus intervenciones como Consejero Honorífico en los actos de clausura de las Asambleas Generales de la Confederación en Alemania despertaban una gran expectación entre los asistentes y eran siempre motivadoras.

Ya de vuelta en España conoció Manuel a Candi Macías Guillén. En ella encontró compañera, apoyo, años de felicidad en su pueblo natal El Almendro y todo el cuidado en los últimos años de su vida. Con Candi también asistió en Alemania a varios seminarios del programa para mayores ¡Adentro!, en los que ambos transmitían su alegría y espíritu positivo, animando a los participantes a vivir con intensidad. En el acto de clausura de la XXVII Asamblea de la Confederación, celebrada en Königswinter/Bonn del 15 al 17 de noviembre de 2013, con motivo del 40º aniversario de la fundación, Manuel se dirigió de forma particular a los nuevos emigrantes llegados a Alemania, animándoles a luchar por su futuro y a superar las dificultades como lo habían sabido hacer los emigrantes mayores. Sería su última intervención en una actividad de la Confederación, pues la salud no le permitió volver a participar.

Manolo fue también activo propagador de la revista CARTA A LOS PADRES así como leal colaborador del Departamento de Formación de las Misiones Católicas en Alemania y de la Academia Española de Formación (AEF).

Abnegación, humanismo y generosidad

“Por su labor abnegada, por su humanismo y su dedicación a mejorar la vida de los demás”  la Confederación lo había nombrado en 1994 su Consejero de Honor.  Por el testimonio de tántos que lo conocieron y trataron sabemos que estas virtudes marcaron toda la vida de Manuel hasta el final de sus días.

“A Manolo se le puede calificar sencillamente, sin temor a equivocarse, como un hombre bueno”, escribe Eufemio Cascón en su recuerdo. “Manolo Gómez, un gran ser humano” resume su amigo José Feito. Y Carmen Segura-Bockmüller, secretaria de la Confederación que lo conoció hace más de treinta años, escribe:  “Manolo es una de las personas que más me ha impresionado. No solo en el trabajo asociativo sino como persona. Recuerdo a Manolo como una persona positiva, alegre, siempre de buen humor, luchador, sencillo, vamos, bueno como el pan.”

“Dichosos los que prestan ayuda… Dichosos los limpios de corazón… Dichosos los que trabajan por la paz…” es el testimonio que ya dio de Manuel hace más de 2000 años una persona hacia quien él, – si no creyente, sí practicante – manifestó siempre admiración y cariño.

¡Adiós y descansa en paz, compañero y amigo Manuel! ¡Tu recuerdo, tu vida y tus obras nos acompañarán siempre!

 

Redacción: Vicente Riesgo Alonso, Presidente de honor de la Confederación y Presidente de la Academia Española de Formación (AEF)